Kiyohara Tama (1861 - 1939) fue una pintora japonesa - italiana. Desde la adolescencia, dedicada a la creación de abanicos fue observada por el escultor italiano Vincenzo Ragusa, mucho mayor a ella y que se encontraba enseñando pintura en Japón. Iniciaron una relación amorosa y, cuando Rangusa abandonó Japón para regresar a Sicilia, su tierra natal en Italia, Kiyohara se fue con el. La acompañaron su hermana y cuñado, que enseñarían arte japonés en una escuela fundada por Rangusa y en la que, también, trabajó Kiyohara. La dificultades económicos hicieron que la escuela cerrara y su hermana y cuñado volvieran a Japon dejando a Kiyohara con Rangusa, con el que se casó. Decidió cambiar su nombre por Eleonora Rangusa, llegando a sentirse más italiana que japonesa.
Logró incorporarse al típico arte italiano, sin abandonar características propias orientales. Al enviudar, fundó una escuela de pintura y, siendo desconocida en Japón, un artículo novelado sobre su vida publicado por periódicos japoneses la hizo ser conocida en su país. Su familia, enterada de dónde estaba, la buscó. Kiyohara regreso a Japón después de sesenta años. Durante la segunda guerra mundial fueron destruidas gran parte de las obras que pintó en Japón.