Elena Andreevna Kiseleva (1878 - 1974) fue una pintora rusa. Estudió en Rusia y tuvo como uno de sus maestros a Ilya Repin, uno de los más importantes pintores del país. Repin la consideró su mejor alumna y una mujer de excepcional talento. Elena ganó una beca y fue a estudiar a Francia, luego, a Alemania e Italia.
Tuvo la desgracia de su primer esposo, un vago que gastó todo el dinero de Elena. Después de divorciarse, encontró en su segundo marido Antón Bilimovich, un profesor y rector universitario enfrascado en la ciencia. No solo no apoyó en nada a Elena, con la que tuvo un hijo, sino que la alejó de todos los círculos de arte. Antón estaba convencido de que las mujeres tenían que dedicarse a cambiar los pañales, preparar la comida y barrer la casa. El resultado: Elena dejó de pintar. Al enterarse Ilya Repin le escribió diciéndole que no podía creer que alguien con tanto talento abandonara el arte.
En 1942, su hijo Arseny y su esposa fueron llevados a un campo de concentración nazi. Al final de la guerra, pudo regresar, pero débil y enfermo. Murió al poco tiempo. Elena se fue distanciando de su esposo y se quedó del todo sola al enviudar siendo ya una mujer de muy avanzada edad.
A fines de 1960, fue rescatada del olvido, obtuvo reconocimiento hasta llegar a ser considerada una de las grandes pintoras rusas.
Kiseleva se dedicó de lleno al retrato. Pintó alguna que otra escena y algunas naturalezas muertas, pero no eran géneros de su gusto. Lo único que le interesaba era el retrato, sobre todo de mujeres.
En sus pinturas combinó la corrección académica, la libertad en el colorido a la manera fovista y Nabi. Lo hizo mediante pinceladas sueltas realizadas con precisión. Por lo general, se la ubica como posimpresionista, pero gran parte de su trabajo es realista.
